Cientos de parejas aguardan su
turno. Da gusto verlas porque no son comunes. Es evidente que se aman. Y no
porque vayan de la mano o se miren con ternura, sino porque sería absurdo estar
de pie tantas horas si no portasen las pruebas que lo acreditan. El letrero,
dondo inicia la fila, anuncia: “Pagamos 20 gramos de oro por mariposa”.
Se sabe que el método es indoloro
y que cada estómago alberga entre 10 y 15 especímenes. Además, el intervenido
puede generar nuevas mariposas al cabo de una semana. Sin embargo, existe un
inconveniente. Con frecuencia, sólo uno de la pareja las porta, demostrándose
que no es correspondido. El drama es inevitable.
Los detractores del doctor Lorca,
inventor del Lepidopmac (aparato para cazarlas), lo tildan de “anti romántico”.
Unos, por ponerle precio a los sentimientos más nobles. Otros, por llevar al
abismo a tantas parejas correctamente constituidas. Ni los oye. No hay tiempo.
Su amada aguarda sentencia. Cuando el número de mariposas iguale al de
personas, Lorca las soltará. Confía en que nadie querrá sostener un fusil.
Rafael R. Valcárcel
Me ha gustado mucho el cuento de hoy. Todos tendríamos que tener mariposas de por vida y hacia la misma persona. ¿Tú las tienes?. No dejes que tu lagartija se coma esa mariposa ok?
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